jueves, 8 de enero de 2015

97

¿Por qué culpamos a nuestras diferencias, como si necesitáramos a alguien igual? Tan importantes para sí, tan egoístas entre nosotros mismos, no comprendimos que no hubo razones ni hubo motivos, no hubo culpables y tampoco asesinos, era la convicción de finiquitar algo con palabras, con desatinos.

 Forzamos la justificación manifiesta para terminar la relación, a pesar del dolor, de la protesta. Cuando guardamos sigilo en el amor, como si fuera cualquier cosa, pensamos que estar juntos era moverse bajo el mismo son, pisoteando del jardín cada rosa. Como iguales creció la amistad, pero equidistantes en el amor nuestra vida corre temerosa. Nos preguntamos si fuimos heridos por buscar igualdad donde figuraba ser distintos y diferentes hallar tan anhelada felicidad.

 Nos hartamos de no cambiar e hicimos demonios del malestar con ello, sin entender que esa sensación de ser tu norte y yo sur le daba vida a nuestro consuelo y, con los puntos cardinales, entre esa cálida corriente pasional y el frío de sentirse en  desasociego, hicimos de nuestros labios fuertes vientos.

 La brújula que nunca nos extravió fué arrojada fuera de borda y el fondo del mar tocó, no volvió. Suena romántico ser iguales pero qué distorsionada idea imposible de permear con ideas inherentes. Para ser amantes y amarse no se necesita ser espejo del otro, ser almas gemelas significa ser completamente diferentes.

Años pasamos juntos en franca ironía, en completo descontrol e inequívoca asimetría y que hermosa sensación de odiar y amar al mismo tiempo, siempre intenso, siempre frágil cada noche y cada día. ¡Cuántos errores cometimos sin saber que no era errar el camino! sino hallar diferentes rutas del mismo destino.

Por eso aprendí a amarte de lejos y a pensarte cerca, a calentar tu cuerpo con mis imaginaciones, a cubrir tu frío con mi desnudez aunque tiemble, a escuchar lo que callo, lo reservado para ti que tan oculto aguardaba paciente. Aprendí a interpretarnos como un algo que advierte sus partes, como dos seres que apartan su lugar en el universo para no extraviarse, a percibirnos cuan diminuta esencia de rocío encendida de luz empañando el caleidoscopio de la fantasía, cual antiguo vestigio de humilde amor nacido y enraizado que brota sin aviso en cada estación.

Y es que ya no tengo miedo a equivocar las palabras que nos describen, tengo miedo de perdernos para siempre. Por eso estoy aquí narrándonos, mientras pueda, mientras dure, mientras quieras, mientras sigas presente.










No hay comentarios:

Publicar un comentario