miércoles, 21 de enero de 2015

110

Hace rato al salir del trabajo me dirijí a una tienda a resolver un asunto y sin esperarlo, pronuncié las primeras sílabas de tu nombre, alcancé a rescatar la frase antes de que se entendiera lo que dije...

Ya en el supermercado compré algo para la semana y unas lunetas con centro de cacahuate para amortiguar la ansiedad que desde hacía rato cargaba encima.

Tras cenar salí a hacer ejercicio pero al término del primer kilómetro me detuve a comprar un volován de jaiba, supongo que seguía manifiesta esa inquietud de escribirte. Caminé hacia el muelle con estatuas verdes y apresuré el bocado. Me senté frente al mar, sobre la boya fría, no tardé mucho en deslizarme al cabo amarrado en ella, y a modo de hamaca reposé cómodamente para escribirte.

Intencionalmente guardé nuestra conversación hace raro para leer repetidamente esas aseveraciones que me mantienen intrigado...que si me amas como siempre y que no me olvidas como nunca, perdón por provocar esos suspiros y las palabras que escapan de ellos, pero desde que nos dijimos adiós, te he amado quizás como no creía antes. Y si es tarde o pronto, o si la luna no ilumina el claro de nuestra ilusión, no importa quedar varados en la nada porque decirte y que me digas lo que sentimos es reconfortante, mientras sea, mientras nos amemos...

Contrario a otras noches de invierno, hoy el frío no cala tanto, visto ropa ligera y siento que el clima está perfecto para hablarte de amor, cómo me gustaría que estuvieras aquí, mirando la luz de los faroles callejeros iluminando la bruma que a lo lejos insinúa pasajes escabrosos, donde las almas en penitencia vagan, como la mía sin rumbo se posa frente al futuro ahora vuelto pasado, el tiempo se detiene y nada más importa que pensar que me leerás. Una forma de acercarme a ti. Tomé esa foto cerca para que entiendas el escenario de mis tristezas, y ahora esas estatuas me miran y señalan, exigiendo valor sin prudencia y corazón para el sacrificio completo.

Son las diez de la noche y me miro sólo, ausente, pronunciando tu nombre para calmar la angustia, mientras lo demás me pasa de lado. Haces falta en mis historias y oraciones, quiero una noche cantarte una canción que hice para ti y dibujar tu sonrisa con las manos hasta verte dormir...

El piso parece humedo y la noche larga hacia el faro titilante de luz verde que me distrae de la sobriedad de este momento. Te extraño mi amor, te extraño tanto en la forma que quieras, en el modo que imagines, tanto te amo.

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