domingo, 25 de enero de 2015

116

Ayer por la tarde, un tanto agobiado por pensar en si el camino que he tomado no me hará arrepentirme al llegar, o si quizás no pueda siquiera ver el final, me tomé la pastilla para quedar dormido y así fué. Después de dormir cuatro horas, desperté, bajé a cenar y volví a la cama para conciliar el sueño nuevamente hasta hoy. Amanecí cuando el sol apenas era un rayo rojizo y su poca luz no me quitaba el frío matutino. Al parecer el día sería bueno, amanecí cantandote una canción de Bernardo Quesada, canción de despedida...me sentí tranquilo bajo el alivio de haber dormido tantas horas, sedado con toda la intención de soñarte y calmarme un poco.

Desperté con ganas de ti, esas no se me quitan, no miento al decir que he tratado de muchas formas, con varias filosofías e incluso en varios cuerpos, pero termino en tus brazos y el aire que respiro se convierte en suspiros, mis alegrías están conectadas a tu recuerdo y mi dolor es otra forma de amar la vida que me diste.

Te amo y quiero que sepas que eres la locura que se gesta en mi, los delirios que en penumbra me iluminan, las fantasías que siendo estatuas cobran movimiento, vigilándome, vigilándonos enteros, desde el espíritu sin consuelo hasta el último brote de tu pelo. Eres la ilusión de poseerte otra vez en la apasionada caricia que te ofrezco de vez en cuando. Eres un martirio y a veces descontento pero en la dualidad de nuestros pensamientos, ¡eres! y si blanco o negro, o dulce y amargo en ti yo pruebo, me basta que seas, me basta que estés, como sea, como puedas, amarme como siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario