lunes, 5 de enero de 2015

92

2:30 am: el viento golpea las ventanas y paredes, silva una melancólica canción que alerta con su presencia los sentidos,  hay algo oculto en ese sonido, un susurro que escucho tambalearse allá fuera: no quiero dejarlo entrar porque es frío y misterioso, me quitaría el escaso sueño que pende entre mis ojos, cortando este voluble manojo emocional para arrojarlo directo al cuerpo...

Hoy tomé tarde la medicina y el soplido de la madre nube no me espanta tanto como la inexacta reacción de pensarte de más por echarte de menos. El remolino cesa de golpear en su centro más emotivo, callado en la penumbra se acorrala, aguarda para sustraer cualquier objeto, en cualquier esquina aquieta cansado, oculta algo sin saber lo que desea: ¿llevarse el insomnio o entregarme más penas? ¿tomar un suspiro y soltarlo allá afuera? ¿posarse en mi espíritu hasta endurecerlo o avivar el fuego de la pasión por ti morena?

No destilo si se sufre errando igual que nunca haber tratado, porque tu ausencia duele tanto como las heridas que abiertas dejé, en la culpa anidando pasados.

Me forjé un futuro encarcelado, atrapado con tu velo, lejos de ti, espero siempre en recelo, arrepentido de estar aquí y no haberte cuidado. Fuí un mudo a tus oídos, como un fantasma entre tus brazos.

¡Traté mal! puedo ver, me enamoré equivocadamente, creyendo que el amor es ser cuerdo, cuando nos debíamos tanto, locamente. Y toda tanta locura, desmezurada pasión y empalagoza dulzura que hicimos de cada flor, cada luna, una bella ocasión para recordarnos con ternura.

En toda esa emoción de pensarnos juntos como notas de una bella melodía, armonizando cada noche, cada día, te extraño, no como un error, más bien te amo sin comprenderlo todavía. Ni tratamos ni quisimos, sólo nos adoramos, y una noche sin querer partir, partimos lejos despojados. Sin camino ni esperanza llegamos a cualquier lugar, maltratados ya por cuánto en soledad o compañía nos anhelamos. 

Acompañados estamos, aunque sabemos que tu y yo le debemos algo al destino, pero quizás sea él quien nos quede cientos, miles y tantos debiendo, porque nuestro amor encarna lo eterno y nuestra carne, hoy muere, pero mi espíritu sigue unido al tuyo, viviendo...No es equivocar el camino, es hallar una manera más de seguirte amando, siendo de corazón genuino, pero falto de mesura, de intenciones blando.

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