sábado, 27 de diciembre de 2014

79

En medio de un suspiro busco dónde sentarme, lo hago y exclamo ¡ay! cómo te extraño... una pronunciación que exhala y vuelve como aire frío a mi. Hoy te dí los buenos días cuando el sol me iluminaba mientras permanecía apoyado en el espejo que se inclina en la ventana. Planeaba hacer algo, irme de ahí, olvidarme de la tristeza, borrar la ansiedad y la pesadumbre que dormir poco me dejó esa madrugada, pero a las horas se acerca la noche y busco un equilibrio, algo que calme esto y no he podido, quise llamarte y lo contuve, quise escribirte y me inhibí, más si puede funcionar, que sirva o que repare lo dudo, ha sido algo contraproducente hasta ahora, así que tengo miedo al insomnio y una tarde a punto de concluir sin ser trascendente, sin lograr su objetivo.

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