martes, 23 de diciembre de 2014

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Hoy me vió de lejos, no me saludó pero después me escribió...me gusta que lo haga, materializa en parte mi deseo de platicarle de mi y de cómo ella vive en todo lo mío. Al rato de trivializar la charla me pidió que me azomara por el ventanal del edificio porque ella desde el suyo haría lo mismo. Decidí subir al helipuerto situado en un piso 10 y desde ahí hacerle señas...dice que apuradamente divisó algo que parecía ser yo, aunque la imaginación también juega un rol importante, no pude apreciar alguna forma humana en el edificio en el que se encontraba, a unos quinientos metros aproximadamente. Jugamos a los amigos,  con la distancia de juguete y los celulares como su control remoto. Jugamos a estar lejos estando cerca...a escucharnos sin podernos ver y a la lejanía, darle su espacio para brindarnos algo de paz. Hablé poco con ella, pero me siento seguro de ir a visitarla en estos días, quiero darle un regalo, aunque sé que de fondo verla es en sí un premio, una recompensa, y ¿por qué no? Un regalo de vuelta para mi.

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