martes, 9 de diciembre de 2014

63

Hoy no me siento bien, en general me he vuelto pesimista y eso me inquieta, es un síntoma depresivo que perjudica mis pensamientos y obtaculiza mis planes. He estado sumamente preocupado por la falta de liquidez y lo que conlleva, puede ser el cambio de rutina un tanto drástico y los planes a futuro que no se pueden postergar.

Hace ya tres semanas he tenido un dolor en el cuello que no logro quitar y el insomnio se ha mantenido en su lugar, acrecentando el malestar que no me deja estar tranquilo. Me invade el deseo de huir, de simplificar mi vida, de buscar otro camino, pero a la vez la impotencia de no entender cómo lograrlo me enferma.

Son presiones a las que no me había expuesto antes y frente a ellas me quiebro desde adentro, de un modo que no puedo controlar, como un fóbico.

Ayer comencé a escribirte lo que no dije mientras hablábamos, pero se borró. Me parece fácil repetir las palabras porque tuve impresiones bastante fuertes que recuerdo y recordaré. Cuando te escribí por mensaje que tengo ganas de ir a casa de tus padres y me respondiste que te avisara para que estuvieras me emocioné y sentí necesario hablarte, expresar de alguna manera que estaba de acuerdo y poco tranquilo con escuchar tu voz, abrir el contacto de esta manera en la que me sentía incapaz algún tiempo atrás. Cuando proyectaba la visión sobre hacerlo, surgían impresiciones y argumentos rumiativos con deseos ocultos y dolorosos. Me dueles, y hablarte o saber de ti me cuesta aceptarlo como algo que haga sentirme tranquilo, quizás alegre, ver el sol en un día nublado y con llovizna, pero esa misma sensación fresca en la piel del rocío se parecía a un abrazo tibio, melancólico, de unos brazos que no te tienen y se entrelazan atrás de mi espalda al cruzarse sin hallarte.

Mi voz estaba quebrada, sin saber si eran mis pensamientos los que se resquebrajaban y me impedian hilar una charla de apariencia normal y tersura palpable. Esos mismos pensamientos de tantas cosas que no te he dicho, que no debo decirte, que muero por expresar...Al hablar contigo sentí cómo se enrojecían mis ojos, me faltaba el aire e inhalaba hondo para controlar la voz, para contener palabras inadecuadas, prohibidas. Tener contacto contigo no me hace bien, pero no saber nada de ti me pone peor. Es tanto que no lo controlo, siempre al revés, me controlas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario