miércoles, 1 de octubre de 2014

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When I was your man...el piano de la canción sonaba mientras ella y yo cruzábamos la sala desde la cocina y hasta la habitación. Cenábamos algo ligero y llevábamos un vaso con agua para no levantarnos más tarde por el. La casa donde ella se mudó en esa época es antigua y eso se manifestaba en el olor del patio, de las paredes, de la madera...el piso de un mosaico amarillo marmoleado era tibio debido al calor del día. Las luces exteriores de la casa apenas se colaban por encima de las cortinas para dejarnos entrever el camino de vuelta a la cama. Ella en ropa interior, yo desnudo, desfilábamos en busca del amor que nos quedaba entre las manos como agua a punto de escurrir de ellas y verterse en nuestros cuerpos. Ella solía apagar la luz de la habitación para evitar sombras vacilantes y como lo he dicho antes, su timidez retrocedía en la oscuridad. La canción habla del dolor al aceptar que me equivoqué, que es demasiado tarde para tratar de pedir disculpas por ellos, y sólo quiero que sepa que espero que le compren flores, que la tomen de la mano, que te den todas sus horas...cuando tengan la oportunidad te lleven a cada fiesta porque recuerdo lo mucho que amas a bailar, en fin, todas las cosas que debí hacer cuando yo era tu hombre, todas las cosas que debí hacer cuando yo era tu hombre...

Cada noche que le robábamos al destino, hicimos el amor, yo atesoraba y guardaba las sensaciones como si fueran las últimas, consciente de que podian serlo. Memorizaba cada roce y cada aroma que nacía, me aprendí sus movimientos y los anclé a nuestro placer, y ese placer quedo estacado en la parte más profunda de mi ser, pues al recordarla, aunque sea un poco, como hoy al escuchar esta canción, todo mi cuerpo se altera, un calor me abruma desde adentro, mi mente se inunda de ella, y espero a que poco a poco lleguen esos recuerdos, imagenes, placeres en espera de ser liberados.

Tenerla cerca, a mi lado, intercambiando caricias tras apagar la luz, besar sus hombros y lamer su piel, deslizar su ropa por su piernas y extender las manos para acariciar sus muslos en el movimiento, que ella hiciera lo mismo con las suyas y la sorpresa que se llevaba al sentirme excitado, mojado aún sin habernos tocado previmente, sólo con la pura idea de que así sería...

En esos días, tras hacer el amor, nos dirigíamos al baño frente a la habitación para limpiar el sudor y lo demás, mientras ella tomaba una ducha, yo me sentaba a verla bajo la regadera que no tenía cortinas, solía extender mis brazos para alcanzarla, también me gustaba bañarla como un acto solemne, como una atención antes perdida y recuperada. Me arrodillaba para alcanzar cada centímetro de piel sin perder detalle ni teniendo prisa alguna, me gustaba lavar su cuerpo parte por parte, desde los pies hasta el cabello, darle un masaje y al final enjuagarla mientras nos dábamos un beso bajo nuestra lluvia cálida. La sequé, la abracé, la admiré, y quise mantener eso para mi, sin decírselo...quiero llorar ahora mismo por ella, y lo haré, su presencia es muy fuerte en mi, tan vívida.

Mi droga, mi espacio ahora vacío e inerte, tu falta me duele, tu amor me hace falta...

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