lunes, 6 de octubre de 2014

29

La última vez que ella me escribió era el lunes de la semana en que cumplió años, recuerdo haber leído una y otra vez el mensaje tratando de controlar mi deseo de verla como antes, pero al mismo tiempo, intentando que no fuera así porque en el mensaje ella me aclaraba que no quería que las cosas cambiaran, es decir, implorando la amistad como único vínculo entre los dos. Antes ya había sentido la necesidad de besarla aún cuando ella no quería, y me era dificil concilarme a mi mismo con la tranquilidad de verla sin olerla, de escucharla sin tocarla... sabía que no podría hablarle más fingiendo que todo andaba bien, no era así. Preferí no hablarle o intentar verle ese viernes trece de junio, y al paso de los días, como una señal rebuscada, comencé a ver recordatorios de que en su festejo no estuve, como ya había sucedido pero de alguna manera nos encontrábamos para hacer algo, unas flores, un vino, pasión entregada sin moños ni envolturas...tales señales eran ver esa fecha en papeles, la televisión, en almanaques, en todos lados, creo que tomé fotos pensando que si de alguna forma la veía, le enseñaría que estuve pensando en ella todo el tiempo, en su cumpleaños.

Ella me escribió que tenía tiempo queriendo saber de mi...como yo de ella, incluso por las madrugadas cuando traigo el alcohol encima, le he marcado pero cuelgo inmediatamente, no por arrepentimiento, sino por la odiosa idea de hacerlo de una manera cobarde, por la tristeza de levantarme al otro día y quizás no recordar lo que me dijo, por la inmensa necesidad de beber de su boca la miel que me alimentaba y hallarla sin la dulzura de sus besos. Sería demasiado amargo incluso tragar el arrepentimiento de no tenerla...


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