martes, 21 de octubre de 2014

33

Mañana es mi aniversario de vida, el año pasado ella me regaló una botella de vino que guardé hasta hace poco, un vino riojeño de guarda que envolvió ingeniosamente en un par de calcetines que aún conservo. Desde que no hablé con ella en su cumpleaños, he pensado si ella hará lo mismo, buscar la paz en la incomunicación, creyendo que así estamos mejor, no felices ni conformes, sólo mejor.

Deseo escucharla y tengo miedo, sé que no podré contener la emoción de su voz en mi oído y querer saber nada de ella al mismo tiempo, saber algo a lo que mi mente se pueda aferrar hasta encontrarla, seguir el camino hasta ella.

Tengo dudas acerca de recibir alguna señal, pero con plena seguridad decreto que mañana es lo que más desearé tener...escucharla, llorarle y decirle que la amo todos los días, que he decidido traerla conmigo con cada recuerdo, con cada paso que doy y que me he aferrado (hasta el grado de sentir que terminaré demente) a la fantasía que nos mantuvo unidos tantos años...intacta sensación de que nada cambia ni cambiará, el estático mundo creado a nuestros pies y la luna apasionante creadora de mareas tibias que orbita sobre nosotros.

Que su placer me provoca lo mismo a pesar del tiempo, que sus recuerdos los vivo en carne roja, que me rehúso a alejarme de ella, de lo que representa en mi.



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