viernes, 6 de febrero de 2015

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Nuevamente te soñé, como en otras ocasiones, sólo apareces dejándome un sabor extraño en la boca y un recuerdo vago de lo que nunca quiero que suceda: ¡que me olvides!

Hoy nos vimos alrededor de quince minutos en los que no dejamos brecha para el silencio, las preguntan sobraban y la charla se acomodaba segundo a segundo en un lugar cercano al centro de la felicidad de tener ese espacio en lo cotidiano. Podría verte cada día o cada noche, sólo para percibirte cercana, aunque distante, para darte un abrazo y otro beso en la frente que quizás te parezca tonto pero para mi es importante, lo que no se vé, lo que siento al tener mis brazos sobre tus hombros y mis labios gesticulando el amor que por dentro me llena y vierto sobre ti en ese instante.

Te quiero mucho y me hace feliz verte, aunque sea un poco, espero que nunca olvidemos esto, que es tanto, tanto cariño, tanto afecto. Extraño es contemplarte y decir adiós, es despedirme sin quererlo y resolver en un segundo, la inquietud al hacerlo, es blanquear la mente y comenzar a caminar en dirección opuesta, o sobre el mar a contracorriente navegar.

Despedirme de ti es recrear el miedo a no volver a verte, por eso, cada vez que nos encontramos, deseo con fuerza que no sea la última ocasión, porque te necesito, como ayer, como siempre aquí en mi corazón...

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