martes, 3 de febrero de 2015

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Hasta hoy que te vi, recordé que algún tiempo atrás te había pedido salir a tomar un café el cinco de febrero, no cargaba con esa fecha, aunque estando tan presente es difíl diferenciar qué es y qué no importante en mis días. Este jueves te citaré, sin embargo, me hiciste también recordar que entre mis peticiones había extendido mi deseo por que te esforzaras en decirme las palabras prohibidas que se guardan en los versos de tus deseos incompredidos, ocultos, mudos, sigilosos.

Ya en otras ocasiones he sentido ese exceso de honestidad en lo que dices en relación a nosotros, hallándolo como algo que nutre lo que ya sabes, que ilumina, que perfuma, que pertenece a nuestra dimensión más romántica, más erótica, y puedo extenderte la invitación con los brazos abiertos y la mente en claro para que de ti surja ese consuelo mutuo.

Es una fecha que no debe conmemorarse, más bien, deberíamos borrarla del recuerdo, no como una recreación del castigo que significó darnos una tregua física, un adiós parcial, un murmullo silenciado del amor que en su flama no se extingue, sino como una respuesta a nuestra pregunta, nuestro errar pasado.

Nunca tuvimos fechas especiales, cada vez celebramos sin motivos, sin afectos el estar juntos, el sostener lo insostenible bajo las reglas autoinfligidas de lo tuyo y lo mío en simple pero compleja mancomunión. Yo recuerdo muy bien el día que nos conocimos, la noche que te cargué bajo la lluvia y el día que hicimos el amor por vez primera...esos momentos los festejo cada vez que te recuerdo en ellos, aunque no estés, destapo la botella y brindo, porque son fracciones de la memoria que aferro a mi piel, que memorizo a través del tiempo y del dolor. Ahora que no estás, como la luna en cada fase, regresarás, con demora, pero mi amor te esperará en el ciclo intermitente de olvidarte y traerte a mi mente, sobre tu viento giro en espiral hasta desaparecer en un vuelo infinito, permanente. Es tortura pensarte en el amor que guardo paciente, es delirio viviente, y lágrimas que el sol no seca, el deseo que ya no peca, que no consigue alcanzarte.

Tus pasos hacen eco y tus abrazos vibran en mi pecho porque sigues aquí...









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