lunes, 25 de agosto de 2014

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Tuve un periodo depresivo agudo hace 3 meses, fue cuando regresaba de mis vacaciones por Chile que dejé de prestarle atención a los estudios, que de hecho abandoné con calificación perfecta. Antes de ir, pensé que mi tristeza y sentimientos acumulados noche tras noche podrían evaporarse en el espacio aéreo centroamericano, donde ya no pudieran lloverme... Al volver, además de perderle el hilo a las tareas, la ansiedad transformó mi apetito: solía quedarme dormido pasadas las 2 am entre envolturas de chocolate, trastes con restos de cereal, colillas de cigarros, ropa de días sin levantar sobre los muebles y copas o vasos con restos de vino o cerveza. El ambiente olía a cigarro, a tristeza. También por ese entonces, trataba de apagar mi desesperanza con algo de mota, solo un poco, pero igual me tumbaba. La soñé poco, tanto que ni me acuerdo de qué trataban. En fin, quería platicar del sobrepeso pues nunca había tenido 80 kilos encima y se siente mal, muy mal que la ropa que con tanta curiosidad eliges, poco a poco comience a apretar, hasta que terminar usando las más amplias (cuatro máximo). Mi peso recomendado es de 71 kilos y esos 9 se me acomodaron entre la barriga, las nalgas y la espalda, de la cara ni hablo, pero además sentí que mi salud en general iba en caída, como mi autoestima.

Necesité pagar gimnasio y una nutrióloga y sus chochos (y el cambio drástico de hábitos que implica eso) para llegar a esa meta...igual quedé flácido y con algo de grasa pero la ropa ya me queda y eso me hace sentir mejor. Ahora los cinturones los uso en el último agujero y respecto a los pantalones que usaba, me quedan colgados, como dicen, parece que ando "cagado"... cagado tengo el corazón, pensándolo mejor, tengo flácido y colgado ese músculo hasta nuevo aviso.

Me deprimí y aunque la relación de lo que uno es, lo que uno obtiene de la vida con el hecho de ser así por "naturaleza", es decir, cargar con la enfermedad, me mantiene con la pregunta de si lo que siento es consecuencia de no verla más o un desajuste cerebral asqueroso. Para nosotros, la realidad es diferente, trágica y sin control, una sombra que marchita cualquier brote de esperanza. A veces, necesitas "creer" que hay luz ahí, pero sabes que tarde o temprano se apagará. Una acumulación de experiencias amorosas y de otras algo fallidas que se entrelazan para tejer relaciones firmes, si, pero con un dibujo extraño. Mi abuela sabe tejer y si fumara hierba y tomara sus mejores agujas e hilos de colores psicodélicos con pastel, haría unos bordados y chambritas que se parecerían al lienzo que he armado. Tal vez ella es parte de la enfermedad, o soy yo un enfermo que no quiso su cura.

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