viernes, 2 de enero de 2015

89

El pensamiento enajenado me lleva a actuar y recibir la vida de maneras incalculablemente variables, inesperadas, incapáz de despertar y saber que lo vivido es una experiencia que no del todo quise en mi acervo, guardado, escondido, acumulado, miro al pasado y me entristece saber que soy la consecuencia de los mismos padeceres de mis padres. Que yo arrastro parte de sus culpas y la ignorancia que me hizo hombre, ahora mismo me quiere cobrar factura.

Soy alguien que por crianza aprendió a esperar amor y recibir pedradas, a esperar un ejemplo, un camino y descubrir cómo hacerlo uno mismo. Es difícil pedir respuestas y hallar más preguntas, infinito silencio, una muerte auditiva temprana. Crecer encerrado en la prisión de lo infantilmente creado. No tengo respuestas, sólo maldiciones y tristezas que quiero arrancar de mi, hacia afuera, lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario