jueves, 4 de febrero de 2016

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Ayer tuve que salir de la oficina cerca de la hora de la comida, con la encomienda de entregar un documento requerido por la autoridad, sin sospechar que el edificio al que debía ir, era el mismo donde tu trabajas o trabajabas (ya no sé nada de ti actualmente). Al ingresar, miré para todos lados, y entre los pasillos, esperando verte, subí hasta el piso 17 para terminar con la entrega, y me topé con un viejo colega de la universidad, al cual intencionalmente saludé porque sé que es tu amigo, esperando así, que quizás te comentara que andaba cerca...

Recuerdo que tu trabajo lo realizabas en uno de los últimos pisos, por lo que me dirigí al ventanal que daba una vista impresionante de la ciudad y de algunos pisos abajo, mi deseo era verte mirando al igual que yo hacia el infinito, hacia el cielo, hacia el vacío, algo que no pasó, como muchas fantasías que descubro que lo son hasta que despierto parado en medio de la realidad donde no te hallo...

Caminé atento a cualquier persona que pasara cerca, miraba mi teléfono esperando algún mensaje de que ya te habías enterado de mi presencia, pero nada.

Pensé en llamarte por supuesto, pensé en abrazarte fuerte y mirarte a los ojos hasta tener la necesidad de parpadear pero aguardé, ha pasado mucho tiempo y tengo miedo de importunarte, de hacerte incómoda la tarde o la madrugada. Es tal vez creer que aún te importo lo suficiente porque tu sigues en mi de un modo que no incomoda (al contrario) pero que sí se nota el efecto emocionalmente hablando, me deja pensativo, callado, serio, indiferente a mi entorno, a los otros, a mí mismo...

Quise verte, escucharte, tocarte, tenerte cerca, pero sé que mi intención es perversa, no es de amigos, no me siento bien con ello. No quiero importunarte...no quiero.

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