Estaba llegando al banco y al ubicar cajeros disponibles, miré hacia el mostrador. Automáticamente se me aceleró el pulso y me sobrevino una sensación intensa de miedo y sorpresa. Me acordé que cuando nos topamos, me dijiste que cambiaste de trabajo, así que supuse en una fracción de segundos que la persona detrás del mostrador con la cabeza agachada y concentrada en su trabajo, eras tu. Mantuve la mirada sobre su cabeza y mis dedos sobre la arteria, ya que el pulso extrañamente se frenó e intensifico mi flujo sanguíneo abruptamente. Al notar que no eras tu, lo lamenté y espere a calmarme, sonreí y seguí mi camino.
Creí que eras tu, quise que así lo fuera...
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